El colapso del modelo libertario en el interior profundo
La frase no la dijo un economista opositor, ni un editorialista de televisión ensobrado. La dijo un empresario al que se le ofrecía empezar una obra en La Rioja. Y Sebastián Di Fiori, secretario general de la UOCRA, la repitió como una denuncia que sintetiza el desconcierto, el vacío de conducción y la traición política de La Libertad Avanza al interior productivo del país.
“No hay garantías, no hay pagos, no hay planificación. Y mientras tanto, lo único que les importa es llegar a la elección de fin de mes. Todo lo demás, que se hunda”, disparó el dirigente.
Di Fiori pone el dedo en la llaga: no hay un plan de país, hay un experimento financiero que se lleva puesto el trabajo argentino. La promesa de “impulsar al privado” fue humo: el Estado se retiró y el privado se espantó.
La situación es tan dramática que las provincias más alejadas del puerto -La Rioja, Catamarca, Santiago- están siendo reducidas a tierra de sacrificio. Con fábricas paralizadas, obras abandonadas, y ninguna propuesta concreta del gobierno nacional, la voz de los trabajadores es hoy una advertencia y un grito.
Pero quizás lo más grave es el silencio de los dirigentes locales de La Libertad Avanza, que en vez de defender a su provincia se limitan a repetir slogans porteños.
“Nos pasa la comida, el cemento, los camiones por al lado… y no agarramos una. Todo lo absorbe San Juan”, denunció sobre los proyectos mineros que desprecian la participación riojana.
La situación en Guandacol, donde trabajadores cortaron rutas por sentirse desplazados de las obras mineras, fue demonizada por el oficialismo libertario. Pero Di Fiori fue claro: “No es extorsión, es hambre. ¿Qué quieren que hagamos, que miremos pasar las riquezas por la ruta?”
Con esta crisis, La Libertad Avanza deja en claro su verdadero programa: desmontar el Estado, entregar la soberanía productiva y condenar al norte argentino al olvido. Ya no hay pretextos ni campañas: hay una realidad innegable. Y la pregunta que queda flotando en cada rincón del país es la misma que repiten los empresarios, los gremialistas y los trabajadores: “¿y a quién le cobro?”