Violencia y hostigamiento en La Rioja: nuevos episodios protagonizados por referentes de La Libertad Avanza

Un nuevo hecho de violencia política ocurrió en Chilecito, La Rioja, y volvió a poner en evidencia el clima de tensión que rodea a algunos referentes locales de La Libertad Avanza. La candidata a diputada nacional Carolina Moreno protagonizó un altercado con trabajadores municipales, a quienes increpó mientras realizaban sus tareas. Un hombre que la acompañaba destruyó un parlante utilizado por los empleados. El hecho quedó registrado en video.

Lejos de desautorizar lo ocurrido, desde el entorno libertario se difundieron mensajes en redes sociales con contenido agresivo y discriminatorio hacia los trabajadores involucrados. Este episodio se suma a una serie de situaciones similares vividas recientemente en La Rioja, donde otros dirigentes del espacio oficialista fueron interpelados por ciudadanos durante actividades proselitistas.

El primer candidato a diputado nacional, Gino Visconti, recibió el reclamo de vecinos por el recorte de subsidios a pensiones por discapacidad. Su reacción fue evasiva y provocadora, sin respuestas concretas. También el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, fue increpado durante una caminata por el centro de la ciudad, en medio del creciente malestar por denuncias de corrupción en la Agencia Nacional de Discapacidad.

Estas situaciones reflejan una dinámica preocupante: la normalización de la violencia verbal y el hostigamiento como herramientas políticas, así como la falta de respuesta institucional frente a las críticas ciudadanas. En lugar de promover el diálogo, desde el espacio libertario se insiste en una retórica agresiva, basada en la confrontación y el desprecio a lo público.

La reiteración de estos episodios no parece casual. Se inscriben en una lógica discursiva impulsada desde el propio oficialismo nacional, que legitima la descalificación del adversario y celebra la crueldad como recurso político. La falta de condenas internas y el silencio oficial ante estos hechos refuerzan la idea de que la violencia simbólica forma parte del sello identitario del mileismo.

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